España es el país con la esperanza de vida más alta en la Unión Europea, y cada año aparece encabezando las listas como uno de los países con más alta esperanza de vida en el mundo. Generalmente nos acompañan en los primeros puestos Japón, Italia o Singapur, por citar tres de los habituales.
Diversas circunstancias favorecen que sea así, y podríamos mencionar el Sistema Nacional de Salud, la dieta mediterránea, la situación geográfica de España, el clima... Y, por supuesto, la genética. Por si esto fuera poco, un
estudio llevado a cabo por la Universidad de Washington y publicado en la prestigiosa revista The Lancet, sitúa a España a la cabeza de la esperanza de vida a nivel global para el año 2040, con una esperanza de vida media de casi 86 años. En cualquier caso, como veíamos en un
artículo anterior, no simplemente se trata de vivir más años porque sí, si no de mantener y alargar la calidad de vida todo lo posible y no acabar siendo un paciente pluripatológico. La clave está en la prevención. Sembrar hoy para recoger mañana. Y esto es lo que hacen en determinadas zonas donde no solo viven algunos de los habitantes más longevos del planeta, sino que también destacan por llegar a edades muy avanzadas manteniéndose jóvenes física y mentalmente. ¿Qué es lo que hacen para conseguirlo? - Las zonas azules. Dan Buettner identificó cinco zonas del planeta, a las que denominó zonas azules, en las que sus habitantes alcanzan una longevidad extrema y además se mantienen activos prácticamente a lo largo de toda su vida. Aunque cada una de estas zonas presenta ciertas peculiaridades en el estilo de vida de sus habitantes, existen una serie de comportamientos comunes a todas ellas: Practican actividad física moderada de forma regular (es decir, prácticamente a diario). La vida social y familiar tiene gran importancia. Se cuida especialmente de las personas mayores y se intenta fortalecer los lazos de manera constante. El tabaquismo y otros hábitos tóxicos presentan una muy baja incidencia. Siguen una dieta variada rica en verduras, frutas, cereales y legumbres, en la que la carne y el pescado suponen aproximadamente entre el 10 y el 20% de la dieta y se reservan para celebraciones y ocasiones especiales. El consumo de alimentos procesados y ultraprocesados es prácticamente inexistente y el consumo de azúcar o sal presenta niveles muy bajos. Aunque consumen poca carne, cuando lo hacen, se trata de carne de calidad: no embutidos, no salchichas, no procesados cárnicos. Cuando consumen pescado, suelen consumir variedades de pequeño tamaño procedentes de la pesca local y en las que la acumulación de mercurio o agentes químicos es mínima. Consumen legumbres a diario: garbanzos, lentejas, alubias, frijoles... Los frutos secos, especialmente nueces, almendras o pistachos, ocupan un lugar importante en su dieta. Cuando consumen pan, suele tratarse de variedades elaboradas con masa madre y cereales integrales. El agua es la bebida principal. En determinadas ocasiones consumen te, vino o café. Apenas consumen refrescos y bebidas alcohólicas de alta graduación. Acostumbran a preparar su propia comida, evitando alimentos procesados o precocinados. Además, aparte de todas estas características comunes, cada una de estas zonas presenta sus propias particularidades.