En ocasiones, cuando se habla de longevidad, se tiene a reducir la idea únicamente a la prolongación de los años de vida. Y si atendemos únicamente a lo que podría decirnos un diccionario sobre los términos longevidad o longevo, efectivamente la idea sí podría reducirse a la prolongación de la vida.
Mantener un estilo de vida activo
Mantener un estilo de vida activo y realizar ejercicio físico de manera periódica es fundamental para alcanzar una mejora palpable en la calidad de vida.
El ejercicio físico ayuda a prevenir enfermedades como la depresión, enfermedades cardiovasculares, el sobrepeso o la obesidad.
El mínimo exigible para una persona adulta sería no menos de 150 minutos por semana combinando ejercicios aeróbicos con estiramientos y sesiones de entrenamiento de fuerza.

Abandono de sustancias perjudiciales
Decir a estas alturas que el alcohol, el tabaco o las drogas son perjudiciales para la salud y que contribuyen a elevar el riesgo de mortalidad o desarrollo de enfermedades asociadas a estos hábitos ya ni siquiera parece necesario. Pero existen otros hábitos que pueden resultar perjudiciales y a los que quizás no prestamos tanta atención.
Podríamos mencionar los riesgos que supone la automedicación o los tratamientos médicos prolongados con determinado tipo de medicamentos, que también pueden representar importantes riesgos para la salud.

Mejorar el sueño y el descanso
Buena parte de la población tiene problemas para dormir o por diferentes motivos no puede dormir las horas necesarias.
Es cierto que todos los problemas relacionados con el sueño son complejos, pero una serie de recomendaciones básicas pueden servir de ayuda para mejorar la calidad del sueño y el descanso: no ingerir líquidos en exceso antes de dormir para evitar la necesidad de ir al baño durante la noche, controlar la temperatura (ni demasiado frío ni mucho calor) y tratar de dormir en una habitación completamente a oscuras, alejar o apagar los dispositivos electrónicos, evitar los estimulantes del mediodía en adelante o evitar las cenas copiosas.

Cuidar el bienestar emocional
La ansiedad, la depresión o los trastornos adaptativos son cada vez más frecuentes en nuestra sociedad actual. En algunos casos, se habla de la epidemia del estrés.
Una buena salud emocional es fundamental para el bienestar. Pero, además, enfermedades como la ansiedad o la depresión pueden estar relacionadas con el origen de otras dolencias y tener como consecuencia a medio plazo problemas digestivos, problemas cardiovasculares, problemas musculares e incluso sexuales.
Dentro de lo posible, debería ser un objetivo básico introducir rutinas en el día a día que sirvan para favorecer el cuidado de la salud mental.

Mejora de los hábitos nutricionales
Tenemos la fortuna de vivir en un país en el que contamos con la dieta mediterránea como uno de los pilares básicos en lo que a la alimentación se refiere.
Si simplemente lográsemos ceñirnos a los alimentos y las formas de cocinado que forman parte de la dieta mediterránea ya estaríamos dando un paso muy importante en favor de nuestra salud y bienestar: utilizar el aceite de oliva como grasa principal, comer diariamente frutas y verduras, evitar los ultraprocesados, reducir el máximo posible el consumo de azúcar y sal, sustituir los snacks industriales por frutos secos, suprimir el consumo de salsas precocinadas o que el agua sea la bebida principal.

Los complementos nutricionales
Los complementos nutricionales deberían ser tomados como una ayuda que contribuye a la optimización de nuestra alimentación. Allí donde no podemos llegar con la comida, por diversas causas, nos ayudan a llegar los suplementos.
Existe abundante documentación e infinidad de estudios realizados en relación al escaso aporte nutricional de muchos de los alimentos que consumimos hoy en día. Incluso tratando de comer sano, puede que el aporte nutricional obtenido sea escaso.
Es aquí donde los complementos nutricionales juegan un papel fundamental. Como ayuda para obtener el aporte nutricional deseado.

- Pero, entonces... ¿Qué me tomo? Esta seguramente sea la consulta que más a menudo recibimos. En ocasiones también recibimos consultas sobre ingredientes, forma de tomar un complemento, el momento idóneo para hacerlo... Pero la pregunta fundamental es: "Y entonces yo, ¿qué me tomo?". La respuesta es que a partir de los resultados obtenidos en las analíticas se pueden detectar los déficits existentes y a partir de ahí prescribir los complementos nutricionales en cada caso. Sí es cierto que los datos respecto a determinadas carencias nutricionales en la población son abrumadores. Y a partir de estos datos obtenidos en múltiples investigaciones, se detectan niveles alarmantemente bajos en determinados nutrientes. Dos casos paradigmáticos son el magnesio y la vitamina D, pero también resulta complicado alcanzar exclusivamente a través de la dieta unos niveles adecuados de Omega 3, los niveles alarmantemente altos de colesterol en buena parte de la población o el problema similar existente con altos niveles de azúcar y también conviene tener en cuenta que existen productos que pueden ser verdaderamente útiles en la prevención de determinadas enfermedades y otras dolencias.